viernes, 9 de enero de 2009

Cuando el periodista es la noticia

Don César Lévano ha aceptado dirigir el diario La Primera. Considero que es una gran noticia. ¿Por qué? Porque vuelve el sentido ético e histórico del periodismo, el periodismo que opina en las columnas e informa con objetividad en las noticias. El periodismo que engalana a través de una prosa elegante y que enseña a través de un texto culto. Porque Don César Lévano es periodista de raza, de aquellos que respetándose a sí mismos saben respetar a los otros. Sería un atrevimiento propio de la ignorancia pensar que Don César es una persona manipulable y que por tanto se va a dejar manejar. Sería atrevimiento y falta de respeto a alguien que llevó la ética periodística a la cátedra universitaria y por ello encandilaba con la fuerza de la coherencia a sus alumnos. En más de una oportunidad he hablado de Don César con mis queridos amigos el legendario artista de la fotografía el "Chino" Domínguez y con Fernando Obregón, poeta y periodista que domina como nadie las tecnologías de la información . Lo empecé a conocer a través de las riquísimas anécdotas que me contaban tanto el "Chino" como Fernando en nuestros momentos de bohemia y -cómo no- así aprendí a querer y leer con fruición sus artículos y entrevistas, de ayer y hoy, todos ellos de colección. Recuerdo con especial cariño los momentos en que otro amigo, Jorge Vega "Veguita", a la par que me mostraba un libro me decía como gancho "es un libro que deleitó a César", César Lévano por supuesto, compañero y socio de mil aventuras de esa leyenda limeña que encarna "Veguita". No pierde Caretas con su partida. Gana el país y el periodismo. Ganan ambos porque nuestro país se merece un periodismo menos esquizofrénico, que no deambule torpemente entre la crítica y la adulación, que entienda que la línea periodística es línea y no curva y que no se mueva como las veletas, llevadas por el viento de la oficial versión. Independientemente del medio de comunicación, ojalá que Don César Lévano se rodee de periodistas jóvenes para que, a través de la escuelita, forje una nueva generación de periodistas de raza, de aquellos que antes abundaban y ahora escasean. En buena hora Don César por su presencia cotidiana y siempre grata en el periodismo nacional.

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