miércoles, 7 de enero de 2009

La soledad de Chiquitín

Para quienes tuvimos la oportunidad de escuchar y ver sus declaraciones por televisión, la salida del ministro de Agricultura Juan José Salazar fue patética. En completa soledad, sin que nadie lo acompañara, visiblemente ofuscado, Chiquitín, con el rostro desolado, dijo una vez más lo que pensaba. Pero lo verdaderamente importante no era lo que decía sino lo que transmitía: el abandono y la soledad de trabajar con un presidente como García, más interesado en su popularidad que en la solidaridad que un Jefe de Estado debe dar en todo momento a un miembro de su gabinete. Chiquitín tomó un taxi para irse. A pesar que aún no le habían aceptado la renuncia, él ya había decidido no utilizar más el automóvil oficial. Por algo será. De repente le echaron la culpa de la caída en las encuestas. De repente le enrostraron las consecuencias de su ingenuidad. De repente pensaba en el trato distinto que le dieron a Pilar Mazetti, que salió escoltada por García y Del Castillo, a pesar de estar enlodada en un escándalo con graves indicios de corrupción. Lo cierto es que este gobierno, sin rumbo, sin cuadros e improvisado, demuestra a cada momento las bajezas y faltas de cortesía de un presidente que se enreda permanentemente en cada actuación. Así como es penosa la situación por la cual atraviesa Chiquitín, es ridícula la actitud de ministros como Rey, Pinilla y Borra que salen a decir, hoy, post morten, lo valioso que es, que era, el señor Juan José Salazar. Los errores cotidianos de un gobierno al garete y que no naufraga gracias a un flotador llamado billetera nos llevan a situaciones tragicómicas como esta. Juan Sheput

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